La migración humana se refiere a los procesos de migración de los seres humanos, forzada o voluntaria, consistente en el cambio permanente o semipermanente de la ciudad, región o país de residencia.
Las migraciones humanas son un fenómeno tan antiguo como nosotros. Prueba de ello son las primeras migraciones prehistóricas durante el Paleolítico, que supusieron la salida del Homo sapiens de África hace 200.000 años y su expansión por todo el planeta.
Migración humana: tipos, causas y consecuencias
Es el desplazamiento de una persona o un grupo de personas desde el lugar que habitan hasta otro: es decir, a grandes rasgos, un cambio de residencia.
En el caso de la salida de las personas de una región o país, se utiliza el término emigración implica siempre la percepción de un cambio de vida con mejores perspectivas económicas, políticas o sociales, y, desde el país de destino, este fenómeno se entiende como inmigración: la llegada de personas a una región o país concreto.
Las grandes migraciones humanas están relacionadas con fenómenos como el hambre, el desempleo, las guerras, las persecuciones políticas, étnicas religiosas, los cambios y catástrofes climáticas, la trata de personas, la decadencia o auge de ciertas regiones.
Las migraciones internas han estado y siguen estando vinculadas a los procesos de mecanización agrícola y el consiguiente desplazamiento de la población campesina hacia las ciudades, originando el fenómeno de la urbanización.
Las migraciones internacionales plantean retos que Naciones Unidas insta a solucionar en el marco de los derechos humanos, la igualdad y la sostenibilidad.
Tipos, causas y consecuencias
Apartir de la consolidación de los estados nacionales se distinguen las migraciones internas de las migraciones internacionales.
Las migraciones entre áreas rurales y urbanas; en países desarrollados la más común es la migración entre ciudades en busca de mejores condiciones de vida; en el pasado, la migración campo-ciudad marcó un gran cambio en muchas partes del planeta y, hoy, se está dando en los países en vías de desarrollo donde las personas emigran a megalópolis como Lagos, o Nigeria.
No todas las migraciones son libres y voluntarias. A menudo, muchos migrantes se ven obligados a dejar su país o su región debido a causas económicas, desastres naturales o persecuciones por ideología política: en este amplio grupo, entrarían muchos de los inmigrantes sirios, los movimientos poblacionales en China en relación con la Presa de las Tres Gargantas o aquellos provocados por el huracán Katrina en los EE. UU., que no fueron permanentes, sino estacionales.
Muchas migraciones humanas son temporales, se encuentra muy relacionada con el ámbito laboral. En cambio, las migraciones humanas permanentes pretenden establecer un nuevo lugar de residencia en otra región o país, y constituyen el inicio de un nuevo proyecto de vida.
Clasificación según las causas:
Pueden ser múltiples, e incluso clasificarse entre generales y personales, pero destacan cuatro: ecológicas, económicas, políticas y bélicas.
1. Migraciones por causas ecológicas: están vinculadas a catástrofes naturales que obligan a las personas a abandonar su lugar de residencia.
2. Migraciones por causas económicas: se trata de la principal causa de migraciones vinculadas a la falta de desarrollo o a las crisis económicas del país; los migrantes salen de la zona buscando mejores oportunidades económicas.
3. Migraciones por causas políticas: con el fin de evitar persecuciones o venganzas, muchas personas deciden emigrar para evadir la intolerancia o la intransigencia política.
4. Migraciones a causa de la guerra: el Estado Islámico y Boko Haram son dos grandes exponentes de este problema en África, pero, a lo largo de la historia, todos los pueblos han sufrido migraciones debido a la guerra.
Tendencias actuales
Dentro del importante análisis existente sobre el fenómeno migratorio hay que destacar dos tendencias antagónicas a escala mundial.
Ambas impactan sobre las sociedades tanto de emisión como de recepción, y producen efectos positivos y negativos.
La primera es aquélla que se vincula con las situaciones de restricción migratoria, las cuales se pueden asumir como políticas strictu sensu, derivadas de proyectos de diferentes estados o como parte de la propia dinámica de acción de un gobierno para evitar flujos migratorios no deseados hacia y desde sus fronteras. Este tipo de acciones se relaciona con los controles migratorios, la discriminación, la exclusión y la persecución, entre otros.
Esta situación restrictiva tiende a proponer la selección de migrantes para permitir el acceso a un país, de acuerdo con las necesidades inmediatas que tiene para cubrir puestos de trabajo. Ejemplo: Noruega, España, Canadá, Estados Unidos.
La segunda tendencia en la migración internacional es aquélla que se vincula con situaciones más flexibles, las cuales proponen la libre circulación o movilidad, el asentamiento de las personas, el respeto a los derechos humanos y a la igualdad de los derechos por sobre la nacionalidad de origen.
Esta tendencia se relaciona con las concepciones vinculadas a la socialización de las relaciones humanas.
Las explicaciones que dan cuenta de los motivos de este fenómeno se vinculan con la falta de trabajo, la persecución político-ideológica, la inseguridad producto de la violencia, las guerras, la persecución étnico religiosa, los problemas socioeconómicos, el mejoramiento de la calidad de vida, la búsqueda de desarrollo individual o familiar, oportunidades de empleo y educación, acceso a bienes y servicios, entre otras.
Podemos afirmar que la decisión migratoria, en última instancia, es una consecuencia de un complejo proceso. En el mismo, el imaginario sociocultural, constituido históricamente, se resquebraja en su proyecto de futuro ante la presencia de una realidad y de un discurso hegemónico, que quiebra las expectativas de realización personal y de seguridad; no sólo económica, sino también política y social.
Para evitar el derrumbe personal se opta por tratar de escapar a esa situación angustiante, tipo callejón sin salida. La emigración será la posibilidad de mantenerse aparentemente entero, con la idea de que el nuevo país le permitirá encontrarse con aquellas cosas que le faltan en su país de origen.
Pero el conflicto no desaparecerá, se marchará con él, sin saberlo, por el resto de su vida. De esta forma, sus temores serán negados, no tomará conciencia plena de su situación, lo cual le impedirá revertir el proceso y quedará condenado a una falsa integración conformista, que le imposibilita encontrar alternativas para mejorar su vida, de tal modo que la migración resulte innecesaria.
Consecuencias generales
Los flujos migratorios producen, una serie de consecuencias relacionadas con el país de origen y con el país receptor.
En el país de origen se podría disminuir el conflicto social y político cuando un porcentaje importante de la población productiva decide emigrar. Disminuirían así los niveles de desocupación y de descontento, ya que se crearían posibilidades aparentes, producto de este movimiento de personas hacia otras regiones.
La mano de obra que se queda puede tener una mayor posibilidad de ingreso al mercado de trabajo, porque ha disminuido la competencia. Esta última perspectiva, denominada válvula de escape, ha sido aceptada por algunos marcos interpretativos que consideran la emigración de recursos humanos, y sobre todo los calificados, como proceso de circulación de capital humano, lo cual permite una asignación más eficiente de recursos en el ámbito mundial.
Otra visión sobre el tema es aquélla que plantea que con la pérdida poblacional surge una disminución de las posibilidades de consumo en economías cuyo potencial de desarrollo se basa, parcialmente, en la activación de su mercado interno.