Las preguntas son una forma de interacción humana y también un generador ineludible de conocimiento. Si las respuestas cierran, clausuran, llenan de solidez; las preguntan abren, volatilizan, dejan una sensación de que todo puede ser porque nada es definitivamente. El ser humano se vive preguntando por todo lo que lo rodea, porque ama aprender. Y ese aprendizaje, que permite el mismo preguntar, es tan variado como qué genera la inflación del universo hasta dónde se encuentra la playera perdida o, el preferido de los niños, de dónde provienen los bebés.
Y, sin embargo, no todo preguntar es idéntico, ya que se puede formular de diversas maneras y tener por objeto algo totalmente distinto. Al interrogarse humano le gusta presentarse de muchas maneras, a tal punto que se puede decir que existen diferentes tipos de preguntas más allá de su contenido, más o menos singular o genérico.
Cerradas | Abiertas | Reflexivas | Directas | De opciones múltiples | Retóricas | |
Función | Buscan rapidez y brevedad. | Diversidad y elaboración. | Mayor profundidad y pensamiento. | Interrogantes con intencionalidad. | Dar variedad de respuestas. | No buscan una respuesta concreta. |
Ejemplo | ¿Estás allí? | ¿Por qué hiciste eso? | ¿Estás seguro de tomar semejante decisión? | ¿No sería genial salir campeón este año? | ¿Eres seguro o te dejas influenciar? | ¿Quién me influyó en tomar semejante decisión? |
Características | Rapidez y concreción. | Buscan la opinión del oyente. | Reflexión. | Opinión y respuesta inferida de la pregunta. | Buscan opciones variadas de la otra persona, pero sin exceso de matices. | Ironía, cuestionamiento interno, confirmación o exposición de pensamiento. |
Una pregunta es un enunciado interrogativo cuya intención, en la mayoría de los casos, es encontrar una nueva información, un flamante saber, un descubrimiento cercano o extremadamente lejano. En verdad la pregunta es una forma de interaccionar o de relacionarse por parte del ser humano con una otredad, que no siempre es humana si nos referimos a un ser de carne y hueso presente, ya que el acto de interrogación puede no tener respuesta necesariamente y ser generado en una soledad frente, por ejemplo, una obra de arte, una formación arquitectónica o una noche estrellada. Por tal motivo, el acto de preguntarse que lleva a cabo el hombre y la mujer es algo sumamente complejo: sirve para obtener nueva información, pero puede tener una funcionalidad meramente retórica, es decir, donde nunca se busca una respuesta y, el colmo de los colmos, ni se necesita de otra individualidad para una contestación. Es que en definitiva, se verá a continuación, el acto de preguntar prefigura un responder, sea que este se produzca o no.
Preguntas cerradas
Estas preguntas cerradas son de contestación rápida y precisa, sirven para validar desde lo contrato, porque precisamente las opciones no son diversas. En verdad, suelen reducirse a un sí o un no, a escalas de rendimiento formalizadas o numéricas; no hay matices. Esto último, sobre todo en casos de encuestas, puede ofuscar al receptor del interrogante, porque no lo deja explayar, porque siente que no puede añadir algo más que debería declarar. Por lo general, en las preguntas cerradas hay un control fuerte de quien las realiza; domina la conversación.
Buenos ejemplos son: «¿Estuviste allí?, ¿Cómo te pareció la película en la escala del 1 al 10?, ¿Quieres saber más?, ¿Qué te pareció el desempeño de un club, político, banda, chef, etc?».
Preguntas abiertas
Las preguntas abiertas requieren respuestas más extensas, elaboradas, preparadas, justamente todo aquello que hace alusión su mismo nombre. En una pregunta abierta no hay escalas, se suele dejar la estructura formal de lado y abrir el mundo a los infinitos matices que la opinión del receptor conlleva. El qué, cuándo, dónde, cómo, por qué, quién, cuánto adquieren una profundidad sin igual. Y se utilizan para indagar pensamientos, ideas, creencias; articulaciones, en definitiva, de conversaciones más ricas.
Algunos ejemplos de preguntas abiertas son: «¿Cuál es tu opinión del desempeño del gobierno?, ¿Por qué motivo llegaste tarde?, ¿Cómo surgió una guerra, una teoría científica?, etc».
Preguntas reflexivas
Las preguntas reflexivas, casi en una escala que incrementa, suelen prefigurar o anticipar respuestas aún más complejas, profundas, desarrolladas, porque necesitan más detalles de quienes responden. De hecho, son preguntas que muy bien pueden surgir en una conversación desarrollada, porque hay inducción, especulación y hasta pueden presentarse de manera hipotética y condicional.
Algunos ejemplos de preguntas reflexivas son: «¿Si yo le digo que el trato tiene consecuencias poco agradables aceptaría? ¿Está seguro de tomar semejante decisión pensando en el pasado reciente?, ¿Te parece que tal opinión es acertada en semejante contexto?, ¿Es bueno otra oportunidad a una persona que ya fue presidente en el pasado?, etc».
Preguntas directas
Las preguntas directas no lo son solamente porque van al grano, lo esencial o el meollo de la cuestión, sino porque suele imperar, de manera sutil, los criterios de quien responde. En definitiva, son interrogantes con intencionalidad, porque ya hay un escenario o idea clara previa que permite desenvainar ciertos tipos de inferencias.
Algunas preguntas directas pueden ser: «Tengo una propuesta especial, ¿quieres ser mi novia?, ¿No sería alucinante contar con un vehículo nuevo?, ¿Cómo logras mantener tu mente en calma en las situaciones desafiantes laborales?, etc».
Preguntas de opciones múltiples
Las preguntas de opciones múltiples son una variedad de aquellas cerradas y directas. Es decir, hay una fuerte incidencia en quien responde y existe cierto nivel de control a la hora de confeccionar la contestación. Sin haber un formalismo evidente al mejor estilo encuesta o sondeo con numeración de respuestas, sí o no; bueno, muy bueno o malo, de todos modos quien lleva adelante el preguntar demuestra su poderío en la conversación. Un mayor desarrollo dentro de un ámbito algo cerrado.
Algunas preguntas de opciones múltiples: «¿Es una persona segura de sí misma o se deja influencias por otros?, ¿Quiere un café o algo fresco?, ¿Su vida le agrada o la modificaría?»
Preguntas retóricas
Posiblemente las preguntas retóricas son las más curiosas de todas, porque en definitiva y en la mayoría de los casos, no buscan una respuesta concreta. En verdad una pregunta retórica tiene funciones de humor, ironía, confirmación de un pensamiento, cuestionamientos internos o hasta una invitación para que el oyente reflexione sobre lo dispuesto o expuesto por quien pregunta. En definitiva, la demanda, lo que pide, es algo mucho más complejo.
Buenos ejemplos de preguntas retóricas son: «¿Cuándo acabará esta locura?, ¿Cuántas veces tengo que decirte que te vayas?, ¿Dónde se ha visto una cosa igual?, ¿Qué me pasa?, etc»