Dentro de las investigaciones humanas, sean del campo que sean, pueden existir enormes teorizaciones, que en definitiva tienen por finalidad desarrollar el conocimientos en diferentes ámbitos. En el presente posteo trataremos de dos pensamientos que a veces suelen confundirse, pero no son lo mismo: enfoque holístico y sistémico. A continuación presentamos pensamiento holístico y sistémico: definición y ejemplos.
Pensamiento holístico | Pensamiento sistémico | |
Definición | Es un pensamiento que se refiere al todo, comprendiendo que no se puede analizar algo solo por sus partes. El todo da lugar algo que supera a sus componentes. Holos en griego refiere a totalidad. | Pensamiento que hace un hincapié mayor en las relaciones entre los subsistemas de un sistema. Aquí no se habla de sinergias, sino de vínculos, relaciones e influencias. |
Ejemplos | Un ejemplo de pensamiento holista sería no reducir el estudio del ser humano a sus componentes moleculares, sino vincular cuestiones genéticas, con ambientales y relaciones con otros seres vivos. | Si analizamos una sociedad no se puede reducir a las personas simplemente, sino se deben relacionar los sujetos con una multitud de otros elementos: economía, creencias, desarrollos tecnológicos, división de trabajo, etc. |
Pensamiento holístico
Holismo proviene de la palabra griega holos, que significa todo o totalidad. Por lo tanto, con su solo nombre podemos comprender esta posición metodológica y epistemológica: los sistemas de todo tipo, sean físicos, sociales, biológicos, económicos, entre otros, deben ser analizados en conjunto con sus propiedades y nunca a partir de sus partes.
La premisa del holismo es que el todo nunca es igual a sus constituyentes, por lo tanto sumando constituyentes no obtendremos el todo. Es decir, hay propiedades emergentes que son propias de la totalidad y que no aparecen en las partes. Aquí, entonces, no hay individualidad de partes estancas, sino sinergismo, relación y en la misma relación creación.
Queda claro, entonces, que el enfoque reduccionista es el claro opuesto a un enfoque holista. El reduccionismo, por ejemplo, puede ser una metodología individualista, que trate de analizar una sociedad a partir de los individuos, haciendo a un lado una multitud de vinculaciones y relaciones. La sinergia, desde el enfoque holista, es creativa y enriquece (en los ejemplos detallaremos lo dicho).
El holismo enfatiza la importancia del todo considerado en su globalidad, lo que es mayor que la suma de las partes y sus interacciones o sinergia. La interdependencia y las interrelaciones en el todo tienen un valor metodológico, epistemológico, gnoseológico y ontológico. O dicho más simple: tienen importancia en la búsqueda o camino del conocimiento, en la ciencia del conocer, en el conocimiento propiamente dicho y en el ser o realidad.
Quizás pueda tener cierto fundamento el hecho de enfrentarse contra un gran objeto de estudio, separando sus partes y analizándolas de manera detallada; sin embargo, para el holismo no se puede abusar el encarar así las cuestiones, ya que muchas ideas y relaciones importantes pueden dejarse de lado.
Ejemplos de pensamiento holístico
Podemos comprender el pensamiento holístico en ejemplos si lo comparamos con el reduccionismo. Por ejemplo, los procesos biológicos no se pueden reducir a la química molecular o a la física emparentada: todo ser vivo es un más allá de sus constituyentes, hecho de relaciones con el medio, sea el medioambiente u otras criaturas.
Cuando analizamos a las sociedades lo mismo se puede decir. Si queremos entender las mismas no podemos reducirnos a los sujetos concretos, ya que una multitud de rasgos se nos perderían. Un enfoque holista hará hincapié en las relaciones de clase, sexuales, con el medio ambiente, económicas, el desarrollo tecnológico, entre una multitud de otros componentes que hacen la sociedad. Así como no podemos decir que el ser humano sea un mero conglomerado molecular, tampoco podemos decir que la sociedad sea la mera sumatoria de seres humanos.
Pensamiento sistémico
Sin embargo, para muchos pensadores y científicos el enfoque holista puede terminar cediendo ante lo global desdeñando absolutamente no solo lo particular, sino también las relaciones específicas dentro del todo. Sería una suerte de hipóstasis de la totalidad, dejando de lado totalmente los constituyentes y sus vinculaciones.
Aquí es donde ingresa el pensamiento sistémico, que busca comprender y analizar de manera ordenada y completa las interacciones entre las variables de un sistema o de varios subsistemas o elementos interrelacionados.
El pensamiento sistémico no es necesario el opuesto al holista, más allá de sus diferencias, sino una fuerte crítica al reduccionista. Es que si analizamos un objeto de estudio en cada una de sus partes, como pequeños paquetes de información, se ignoran las interacciones que tiene un papel vital en lo que estudiemos. Si las partes forman un sistema, aquellas generan relaciones: reducir a partes sería ir en contra de la realidad.
Un sistema es una complejidad organizada totalmente abierta, con límites; energía, materia e información pueden provenir desde afuera, tiene fallos y una gran complejidad. Otros de los rasgos importantes: lo esencial del conjunto ninguna parte lo tiene por sí sola, la atención se focaliza en diferentes niveles y el conocimiento, por lo tanto, se teje en una amplia red.
Ejemplos de pensamiento sistémico
Un buen ejemplo de pensamiento sistémico se puede tener en cuenta en la evolución de una especie. Hacerlo desde un punto de vista individual, pensemos solo genético, es un gran error: también tiene una enorme incidencia el medioambiente y, si somos más específicos, el resto de las especies que por ejemplo habitan en un mismo nicho.
La ecología siempre ha aludido a un espacio cerrado en donde se desarrollan los seres vivos, pero en realidad esto es pura interrelación. El mismo ejemplo se puede dar de las personas que son parte de la sociedad: analizar a los sujetos individualmente sería un error. Muchas veces se cae en el reduccionismo porque se analiza lo concreto, sin comprender que existen entidades mayores que no son observables del mismo modo: el PIB de un país, la tasa de natalidad, etc.
Cualquier enfoque social, económico, cultural, histórico, biológico o físico debe tener en cuenta la interrelación de las partes. Aquí se comprende, al igual que el holismo, porqué los constituyentes no son solo las partes: existen una multitud de rasgos que emergen en la totalidad.